Textos: Vanda Ianowski. Fotos: Denali DeGraf y Paola Lariguet.
Leí: “convocatoria autónoma para defender al río de la apropiación, privatización y extranjerización de sus aguas (…) la resistencia de los pueblos oprimidos es el límite del tirano (…) por territorio, justicia y libertad”. Convocaban la comunidad mapuche-tehuelche Pillán Mahuiza y la organización ecologista Piuké. El recorrido por el único río que atraviesa la provincia de Chubut se realizaría desde el 1 al 12 de febrero y era posible incorporarse en cualquier punto del trayecto. El azar y el deseo se entrelazaron para que con mi amiga Paola nos decidiéramos a participar durante cuatro días, sumándonos en El Maitén.
Este escrito surge de la propia necesidad de reflexionar sobre la experiencia, compartirla y hacerla correr. Habla de vínculos... ceremonias, trawn, comidas, distintos territorios unidos por el mismo curso de agua. Una larga conversación en la que participamos gente mapuche-tehuelche y gente de linajes de otras tierras, todxs hijxs de la vida.
Las imágenes rondan
se arremolinan
palabras
vengan
como corderos
para acompañar este vértigo
este caer hacia el cosmos
un rayo
rasgando la apariencia
palabras
ojos de agua
menuko
en medio de la estepa
corazón – piuké
vibrante
somos todos seres humanos
¿qué vamos a hacer?
¿qué vamos a hacer?
Segunda hablaba en Vuelta del Río
y nos miraba
El Maitén - 3 de febrero
El Maitén, un pueblo en el que la Compañía Tierras del Sud Argentino, perteneciente al grupo Benetton desde el año 1991, mueve los hilos de la política y la policía local. “La Compañía”, como le dicen los lugareños, tiene más de 900.000 hectáreas distribuidas en Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, producto del despojo histórico del pueblo mapuche-tehuelche.
La cita era en la radio comunitaria mapuche Petu Mongeleiñ (aún estamos vivos). Niños jugando al fútbol, autos cargados, personas que iban y venían. Nos sentamos en círculo en los bancos de madera del salón y nos presentamos. Se habían congregado varias comunidades mapuche-tehuelche, integrantes de la Asamblea No a la Mina y vecinxs de la localidad. Entre quienes venían desde el inicio del recorrido estaba el grupo GEMAS (UNRN) y el fotoperiodista Denali DeGraf, que realizaron registros de todo el recorrido(1).
Mauro Millán, lonko (autoridad) de la comunidad Pillán Mahuiza, y fundador de la radio en su juventud, inició hablando del sentido de la convocatoria. Seguir el cauce del Chubut, uniendo a través de la palabra a las comunidades mapuche-tehuelche y pueblos que desarrollan sus vidas en los territorios que el río recorre. En el centro el Ko (agua), que nos involucra a todxs.
La organización política mapuche tiene en el trawn un lugar central, es donde se parlamenta en asamblea y se toman las decisiones de la comunidad. En Chubut las comunidades mapuche han resuelto ser autónomas. No hay una organización supracomunitaria de articulación y toma de decisiones, como en las provincias vecinas, la Confederación Mapuche de Neuquén y el Parlamento Mapuche-Tehuelche de Río Negro, lo que les da una dinámica política particular.
Como primer tema, se compartió lo conversado en la Lof Cayunao, situada en las nacientes del río Chubut (en la provincia de Río Negro). Allí, tres lagunas de altura y nieves perennes que dan inicio al río, están siendo apropiadas por empresarios emiratíes. También hay movimientos alrededor de una antigua Mina de plomo, Las Marías, que hacen suponer que está en vías de ser reactivada. En la Lof contaron que, por diversas causas, resulta difícil la participación de los pobladores. Entre ellas, la estrategia del poder de fomentar rivalidades entre las familias vecinas, y generar temor a la represión que sufren las comunidades en resistencia.
Lxs participantes de El Maitén relataron que en la localidad hay un proyecto de fábrica de biomasa forestal al que no pueden acceder, a pesar de los reiterados pedidos de información. Como contarían en cada trawn a lo largo del recorrido, las estrategias gubernamentales para implementar proyectos a espaldas de los habitantes del lugar son múltiples y se repiten: retacear información pública, impedir la participación, adulterar los procesos de consulta libre e informada establecidos por la legislación.
Se habló de una escalada de racismo y persecución, paralela al avance de proyectos mineros e inmobiliarios. En esta se enmarcó la acusación a personas mapuche del incendio del Parque Nacional Los Alerces, por parte del gobernador de Chubut Ignacio Torres. “Nosotros defendemos la mapu ¿cómo vamos a quemar los bosques?” El incendio, iniciado a fines de enero por dos focos intencionales, en el que se quemaron 8000 hectáreas de bosque nativo, nos “acompañó” durante todo el recorrido. Llegaban noticias del avance del fuego, azuzado por altas temperaturas y fuertes vientos, y cada tanto veíamos columnas de humo tras las montañas.
Estábamos finalizando el encuentro, cuando se sumó a la ronda un joven mapuche que nos acompañaría hasta la Comunidad Vuelta del Río. Improvisamos un almuerzo colectivo y a las tres de la tardetardepartimos.
“Hay que pasar la tranquera de Benetton – dijeron - está sin candado”. Una media hora de camino de ripio por la estepa, con sus planicies y cerros. La luz de la tarde amarilleaba el paisaje de una belleza entrañable interrumpida por plantaciones de pinos de “la Compañía”. Violencia son esas líneas verdes cuadriculando la inmensidad abierta resguardada por cerros y montañas.
NOTAS
(1) El registro del grupo GEMAS (UNRN), en el que se incluyen audios, está disponible en https://gemasmemoria.com/2024/02/26/foro-trawun-itinerante/
El artículo de Denali DeGraf en https://agenciatierraviva.com.ar/doce-dias-de-recorrida-por-el-rio-chubut-el-pueblo-mapuche-la-defensa-del-territorio-y-el-futuro/
Comunidad Mapuche-Tehuelche Vuelta del Río - 4 de febrero
La Comunidad Vuelta del Río, conformada como tal a fines de los 90, pero cuyos integrantes viven en la zona desde el siglo XIX, está constituida por 34 familias. Muchas conocimos por los medios de comunicación el paraje Vuelta del Río, allí se realizó la recuperación territorial Pu Lof en Resistencia Cushamen, donde fue asesinado Santiago Maldonado.
Llegar y ser recibidas con amabilidad, así sería en cada uno de los lugares. El saludo, dos besos, uno en cada mejilla, equilibrio, paridad. La emoción y el respeto de encontrarnos con pu lagmien (hermanxs) con largo trayecto de lucha, ejemplo de resistencia y sostén de la cosmovisión y forma de vida mapuche.
Nos reunimos en el salón comunitario, en el que la comunidad proyecta hacer una escuela autónoma, y donde se sostuvo la escolaridad virtual en tiempos de pandemia. En la charla, entre mates y tortas fritas, Segunda Huenchunao, anciana de la comunidad, nos relató los reiterados intentos de desalojo que sufrieron las familias y las resistencias que posibilitaron la permanencia en el territorio. Junto con Mauro rememoraron también la participación conjunta en distintas recuperaciones.
Antes de que oscureciera armamos el campamento y nacieron las carpitas diversas: mapuche, no mapuche, familias, estudiantes, parejas, amigas.
La cena, un guiso colectivo con las verduras que habíamos llevado, arroz, pollo, chorizo, y el sabor que supo darle la lagmien Verónica Fermín. Grandes mesas de madera se dispusieron en forma de U, siguiendo con la circularidad cuando se trata de una actividad entre pu che (las personas). Segunda nos transmitió que a la madrugada siguiente haríamos ceremonia, nos despertarían con la trutruca a las cinco de la mañana. Las mujeres debíamos llevar pañuelo y reboso “¿qué es reboso? ¿tengo pañuelo? me pregunté”.
La noche sin luna estrellada entre los cerros. Silencio, inmensidad y, a la vez, ahí enfrente la Compañía, miles y miles de hectáreas entregadas. En medio de la oscuridad, al otro lado de la planicie, un gran foco fijo y un par de luces circulando ¿serían los capataces de Benetton?
A la madrugada siguiente estábamos listas para el Llellipun. Respondiendo al llamado de la trutruca, nos acercamos al espacio ceremonial caminando de a pares. Nos dispusimos alineadas, de un lado las mujeres y del otro los varones. Enfrente, el antu (sol) saliendo tras los cerros. Cuatro hombres de la comunidad llevaban cañas con banderas mapuche-tehuelche(1). Las plantaron en el suelo, en hilera, construyendo así el rewe, espacio sagrado. Dos mujeres, caminando a la par, ingresaron al rewe por la derecha, saliendo por la izquierda, siguiendo así el movimiento aparente del sol. Nos entregaron vasos a cada una de las personas, en los que vertieron primero agua con yerba, dos veces, y después muday, también dos veces, que ofrendamos en los distintos momentos de la ceremonia.
Quizás pensás que podés salir ilesa de una ceremonia, te esforzás por concentrarte, estar relajada, presente. Pero algo acontece más allá de la voluntad, algo más profundo. Las palabras eran sonido y energía, materialidad dirigida. Los instrumentos, el kultrun, la trutuca, un llamado de la tierra, un sonido de abajo hacia arriba, que atravesaba el espacio y el tiempo, uniendo, uniendo-nos. Acompañábamos con movimientos rítmicos de los pies, nuestras raíces, que conectaban así con la tierra, despertando una vibración interna.
En la cosmovisión mapuche, “las ceremonias espirituales, (kamaricun, wiñoy tripantu, llellipun), son entendidas como las fuentes de conocimiento y las bases constitutivas de todo proyecto político”(2). Como toda ceremonia, el Llellipun busca establecer la comunicación entre personas y seres (fuerzas, espíritus) que habitan la mapu y otros planos del cosmos. Más tarde nos explicaría Macha que en la rogativa se pide permiso a pu newen (fuerzas) y pu ngen (espíritus protectores) del lugar. También se agradece y se pide que nos den kimun (sabiduría), rakizuam (buen pensamiento) y buena palabra, necesarias para el trawn que haríamos más tarde.
Hasta donde voy entendiendo, esta unión entre espiritualidad y política alimenta las luchas y vidas con una potencia desconocida e imposible para la percepción del mundo de la mercantilización capitalista. La conexión con el territorio, poblado de seres visibles y no visibles, atraviesa la existencia humana y le da sentido. Esta espiritualidad concreta supone compromisos de cuidado recíproco. “Nuestra responsabilidad como mapuche -diría más tarde Lautaro Curruhuinca- es cuidar el equilibrio de la ñuke mapu (madre tierra), no somos campesinos winca”. Lo central no es la productividad, sino los vínculos de reconocimiento y alianza con los seres no humanos que habitan el territorio. Las personas protegen los newen y ngen, quienes a su vez les dan fuerza y conocimiento. El respeto es fundamental en esta relación, por eso, por ejemplo, para cruzar el río se pide permiso a su espíritu protector. “¿Cómo sabemos si el río esta sano?” “Si está presente el ngen ko (espíritu protector del agua) el río está sano, si abandona el lugar el río muere y la gente se enferma”.
Terminada la rogativa, teníamos un rato para desayunar antes del trawn. Cansada y conmovida, subí la ladera de un pequeño cerro, frente a la pampa donde habíamos hecho ceremonia. Se veía mejor desde arriba el espacio de la Lof y alrededor las tierras usurpadas por la Compañía. Me acosté en la tierra y dormí, entre sueños escuchaba los pájaros y volvía a dormirme. De repente, me desperté sobresaltada. Al incorporarme vi, allá abajo, a Paola que me hacía señas, estaban empezando. Ella no había emitido ningún sonido para llamarme, la magia había comenzado.
Iniciando el trawn, Marcelo Calfupan y Silvio Huilinao de la Lof Vuelta del Río nos dieron la bienvenida, acompañados por Lautaro Curruhuinca de la Lof Kurache. El trawn es en círculo, la presentación de las personas se realiza por el orden en que están ubicadas, como en toda actividad, iniciando de derecha a izquierda. Después de la ceremonia, el encuentro tiene un espesor distinto, hay otra conexión, la palabra tiene un espacio y un valor. Cada persona se presenta con un sentir, expresando la razón por la que se encuentra ahí, saluda a los presentes, dice su nombre y el de su organización, si es mapuche a veces también agrega el de sus ancestros, y enuncia buenos deseos para el encuentro. Este momento en donde cada unx es nombradx, compromete la presencia, es un “aquí estamos”, todxs somos importantes. La circularidad no implica indiferenciación, hay roles y jerarquías, pero en función de un colectivo.
Después de las presentaciones, el primer tema fue recuperar lo tratado en los anteriores encuentros. A través de un video se transmitió el mensaje de la Lof Cayunao, al que bajando el río se sumarían los de las próximas comunidades, un cauce de palabras sobre las fuerzas, peligros y proyectos de gentes y aguas. Después comentamos lo trabajado en El Maitén.
El segundo tema fue la forma mapuche de percibir el agua, el río. “¿Cómo era antes el río y cómo es ahora?” Silvio recordó su niñez y el río como el lugar preferido de los juegos, siempre de tarde. “Hay horarios para ir al río, los mayores nos enseñaron que al mediodía no se puede, hay que dejarlo tranquilo”.
En Vuelta del Río la comunidad tiene acceso a 500 metros de costa, mientras son cientos los kilómetros alambrados por Benetton. Otro problema es que el río está siendo invadido por el didymo, o moco de roca, un alga del hemisferio norte traída por la pesca de élite.“Su presencia masiva en aguas dulces de América del Sur produce cambios en la calidad del agua y alteración del hábitat existente, afectando la biodiversidad”, dicen científicos de la Universidad Nacional de Río Negro.
Las aguadas se están secando dijo Segunda. “¿Cómo era antes?” y la papay nos llevó a su infancia “el agua brotaba, los corderos retozaban, había muchos pájaros... ahora las aguadas se están retirando”. La falta de agua se relacionan con la sequía y las plantaciones de pinos. Se habló de la importancia de defender el Ko, indispensable para la vida.
En relación a las judicializaciones, se comentó que por primera vez hubo condenas por usurpación, que recayeron sobre dos integrantes de la Lof Nahuelpan. Esto es grave y marca un nuevo momento represivo, a través de la persecución a autoridades espirituales y políticas. “Pero causas hay un montón”, dijo un joven, “no es lindo estar en la cárcel” dijo una lagmien, “no hay que naturalizar” respondió Mauro “nosotros queremos vivir”. En este contexto, y frente a la necesidad de fortalecer alianzas, se propuso realizar un Futa trawn (Parlamento) de comunidades mapuche-tehuelche de Chubut, durante el mes de marzo.
Como último punto, se compartió la propuesta del Trawn realizado en el mes de enero en Wawel Niyeo (Ing. Jacobacci, provincia de Río Negro) acerca de fortalecer la conexión entre los territorios a través de una red de intercambios de alimentos, semillas, saberes, avanzando en proyectos locales de autonomía, soberanía alimentaria y agroecología, articulados regionalmente.
Al finalizar, Mauro invitó a las Lof a sumarse al trawn itinerante. Al día siguiente, nos informarían que irían Segunda, con su hija y su nieta; y también Lautaro.
Ya iba siendo la hora del almuerzo, el asador tenía listo el cordero y un jabalí a la cruz. A la sombra refrescante de los árboles, el banquete y los intercambios cotidianos fluyeron. Mirando dubitativo la fuente con la carne Alejandro, de lo organización Piuké, dijo “no sé por qué siempre elijo mal” “¿quiere que le corte un pedacito tierno?” le ofreció Silvio... conversaciones.
Nos pusimos a charlar con Lautaro y el joven que había ido al Maitén para acompañar la caravana hasta Vuelta del Río. Conversábamos lxs cuatro, sentados en la tierra, diferentes y curiosos. Nos íbamos acercando de a poco con la palabra y las miradas como puentes. Ojos negros, marrones y casi verdes, aguas, edades e historias diversas, encontrándonos. “¿Siguen a Fofocahuel?” les preguntamos. “Capaz voy” dijo Lautaro, “pero salimos en quince minutos” reímos con Paola. Al rato estaba con su mochila y su bolsa de dormir en la Caracola Colorada, mi camionetita Kangoo. Ahí se inició otro de los tantos viajes dentro del viaje. Con Lautaro, un viaje al universo de su mirada, sus relatos y sus luchas.
Nos pusimos en marcha con la caravana. Lautaro nos relataba el paisaje alucinante, contaba las historias de sus ancestros en ese lugar, su propia historia, recorridos y lecturas. “¿Ven allá? En esa zona antiguamente se levantaba kamaruko... todo esto es ahora tierra de Benetton”. Y eran kilómetros y kilómetros. “Se apropian de las mejores tierras, donde están las aguadas, las lagunas”, “allá están enterrados mis abuelos, ¿ven esas cruces en lo alto del cerro?”, “esa es una escuela”, “ahora hay agua en esta laguna, la última vez que la ví estaba seca”, “al otro lado de ese cerro está Vuelta del Río, son ocho horas a caballo”. Así durante todo el trayecto.
Tuve nostalgia de ancestros, ¿por dónde anduvieron sus pasos?, ¿quiénes fueron?, ¿qué hacían?, ¿dónde están sus huesos?, ¿cómo eran sus ceremonias?, ¿cuáles sus relatos?... oler los aromas de sus comidas, conversar con las fuerzas de sus territorios, el tiempo largo de las muchas vidas entrelazadas, el linaje.
NOTAS
(1) La bandera fue creada a partir de un pewma (sueño) de Don Julio Antieco, nacido en 1929 en Costa del Lepá, Departamento de Cushamen. Fue descendiente del cacique Manuel Zenón Antieco y de Juana Leguiman.
(2) Ramos, Ana, La organización de comunidades mapuche y tehuelche 11 de Octubre, en “Pensamiento indígena en Nuestramerica. Debates y propuestas en la mesa de hoy. Pag.163 Ed. Ariadna
Comunidad mapuche-tehuelche Fofocahuel - 5 de febrero
Llegamos a Fofocahuel, que significa “caballo loco” en mapudungun. Según cuentan, en la cima de la montaña había un cahuel (caballo) salvaje, que dio nombre al lugar. Paramos frente a una tranquera, esperamos al resto de la caravana que se había retrasado y entramos. El lugar, lleno de antiguos eucaliptus, está a la vera del río Chubut. La ruta conecta las orillas a través de un puente. Estacionamos y de a poco nos acercamos a las personas que nos esperaban. Saludos, sonrisas, miradas… nos ubicamos en un círculo, en silencio. El lonko Mario Martín nos dio la bienvenida, agradeció la presencia y dijo que era la primera vez que recibían a otras comunidades en ese lugar. A su vez, Mauro y Segunda agradecieron la recepción, manifestando la alegría de encontrarse y comunicando el sentido del trawn itinerante. Al finalizar, nos organizarnos para acampar y comer.
Al día siguiente, comenzaba a clarear tras los cerros y ya estábamos en una línea frente al leuvú (río), de un lado los varones y del otro las mujeres. La Lof Fofocahuel había convocado para el Llellipun a Luciana Jaramillo, de la Lof Lafken Winkul Mapu, la comunidad en donde, en el año 2017, Rafael Nahuel fue asesinado por miembros de la Prefectura Naval. La acompañaba Lautaro, con quien ya habían levantado ceremonia en otras ocasiones. La voz de la mujer era vibrante y transmitía fuerza y decisión. El azul del vestido contrastaba con el collar plateado en su pecho. Ella tocaba el kultrun y Lautaro la trutruca, que atravesaba el aire. Otra mujer, junto con un niño de unos nueve años, nos dieron cigarrillos armados y ofrendamos esta vez el humo del tabaco, y después muday. Luciana hablaba y hablaba, en un fluir casi constante de sonidos que yo no entendía pero que me emocionaban. Cada ceremonia es diferente, en cada comunidad se realiza de manera particular y las fuerzas del lugar se hacen sentir distinto en cada espacio. Aquí, por primera vez estaba el río frente a nosotras.
Al finalizar la ceremonia desayunamos, a las nueve empezaría el trawn.
Sentados en ronda, nos presentamos. El lonko de la comunidad abrió el espacio, “estoy muy contento de que estén”, señalando a Mauro agregó “con el lonko nunca nos habíamos encontramos, nunca nos pasamos la mano”, “pero ahora estamos acá” respondió Mauro “nos pusimos a hablar ¡y hasta habíamos sido parientes!”. Se habían acercado al trawn integrantes de la Lof Nahuelpan, la Organización de Comunidades Mapuche Tehuelche de Cushamen, APDH Esquel, personas de Bariloche y El Maitén.
Como siempre, las presentaciones fueron muy emotivas. Me impactó especialmente la del hijo de Luciana, nacido en la Lof Lafquen Winkul Mapu, que estaba allí al momento de la represión y desalojo de octubre de 2022. Su prestancia, la mirada decidida dirigida al frente. Era el pichikeche (niño) que había participado de la ceremonia entregándonos las ofrendas. Después de decir su propio nombre, por largos minutos recitó firme y seguro los de sus ancestrxs, la larga historia de sus fütakeche (antepasados). Las lágrimas brotaban de mis ojos ante ese niño. Su presencia transmitía la certeza de la continuidad de un pueblo, expresando lo que alguien más tarde nombraría como “la perpetuidad de nuestra cultura”. Algo me conmocionó, atravesándome. Era mi turno en la ronda y no encontraba la forma de presentarme ¿desde qué identidad?, ¿cómo nombrarme?, todas las etiquetas me parecían parciales y fragmentarias, no sabía qué decir. Me renació el anhelo del linaje, “ustedes tienen acá la memoria de sus ancestros, tienen mucho”, las palabras surgían desde el corazón… “tengo miedo de no estar a la altura de las circunstancias”.
A pocos metros de la ronda, el asador se ocupaba del cordero y de las verduras a la parrilla, papas y zapallo.
Circuló buena palabra esa mañana, como en cada uno de los trawn. El lonko de la Lof Nahuelpan, contó las problemáticas de la comunidad, y la condena que pesa sobre él por “usurpación”, al reivindicar un territorio que había sido malvendido con complicidad estatal. En Fofocuahuel tienen conflictos con Benetton por los límites territoriales, como en todas las comunidades.
La conversación reverberaba, la oportunidad de reflexión colectiva, compartiendo vivencias de lucha, aguzaba el pensamiento. “¿Quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos a ir?”, “¿qué hacer para defender la mapu?”, “hay mucho territorio para recuperar”, “apoyarnos en los conflictos, juntarnos y buscar una estrategia”, “respetar a quienes son afectados y apoyar”. “Es triste sentir el desprecio de nuestra gente, ¿cómo llegar a nuestra gente?”, “la gente tiene la radio para escuchar”, “todo tiene su tiempo”. Las lof coincidieron en la importancia de trabajar sus diferencias, “tener una forma de pelear entre nosotros”, una forma propia de dirimir las disputas.
Se habló del miedo. “Hay miedo de hacer posesión de territorio”, “la gente tiene miedo, y en el respeto dejo que me falten el respeto”. En la lucha, “el miedo es la clave de la supervivencia”. La autonomía, “en nuestro territorio el conflicto lo arreglamos entre nosotros, no el juez”, “el relevamiento territorial lo hacemos nosotros, no una agencia del gobierno”. La diferencia política y práctica de posicionarse “del alambre para afuera”, como pueblo despojado, o “del alambre para adentro”, habitando territorios recuperados. “No somos víctimas”.
Luciana nos habló sobre el rewe de la machi Betiana Colhuan, en la Lof Lafquen Winkul Mapu, la primer machi que se levanta en Puelmapu (territorio al este de la cordillera de los Andes) desde hace 100 años. Su tarea es fundamental para la espiritualidad del pueblo mapuche. Y esa tarea la realiza desde el rewe, al que no puede cuidar desde el desalojo de la comunidad (1). Luciana remarcó la importancia de defender el rewe, “no se olviden, Relmu Lafquen (lago arco iris) -el nombre del ahora llamado lago Mascardi- es algo de todos”
Mauro preguntó a los no-mapuche “¿por qué es importante articular con organizaciones y personas no-mapuche?”. Entre varixs esbozamos algunas ideas, coincidiendo en que “el agua la tomamos todxs” y “sin agua no hay vida”. Contamos que desde hace tiempo venimos efectivamente articulando desde distintos espacios, porque “vienen por todo y ninguno puede solo”. Compartimos información sobre el desembarco en Argentina de Mekorot, la empresa estatal israelí de agua, declarada responsable, por parte de la ONU, de realizar apartheid hídrico con el pueblo palestino (2). En abril de 2022 el gobierno nacional hizo un acuerdo con la empresa y diez provincias ya tienen convenios para la realización de planes maestros de gestión hídrica, en un contexto de avance de la mercantilización del agua y de proyectos extractivistas altamente dependientes del uso de la misma. También compartimos allí la propuesta surgida en el trawn de Wawel Niyeo, de avanzar en proyectos políticos de los pueblos, en nuestras propias redes autónomas de sostén territorial en donde fructifique la diversidad biocultural.
Se finalizó ratificando el acuerdo de las comunidades en realizar un Futa Trawn en el mes de marzo, a fin de establecer alianzas y fortalecerse frente al complejo escenario que se presenta.
Durante el almuerzo, los niñxs jugaban juntos, de todos los colores, morochos, rubios, pelos lacios, rulos, risas, una pequeña tribu propia, comiendo juntos bajo un árbol, una imagen de la felicidad.
“¿Puedo ayudar en algo?” pregunté a Luciana y Vanesa, que ahora estaban ocupándose de la comida. “Podés lavar estos vasos”. Intercambios concretos, algo se junta ahí de manera muy distinta que con las palabras, en algo tan mínimo como lavar unos vasos. Sin conocernos establecer pautas, coordinar acciones, tirar la cantidad de agua justa a la palangana, frotar el vaso al mismo tiempo que el agua cae, criterios “este volvé a lavarlo, quedó sucio”. Alegría de conocernos en ese pequeño hacer. “La acelga no la vamos a usar, ponele agua del río, así se mantiene”. Fui hasta el río. En donde habíamos hecho la ceremonia, a través del agua límpida, se veían en el fondo los maíces de la mañana. Llené la palangana. Al volver, me dijeron de una manera muy suave, que no había que meterse en esa parte del río, “hay que dejarlo tranquilo después de la ceremonia”. Aprendiendo.
La fiesta de compartir el alimento. El cordero y las verduras estaban exquisitos. Una hilera de mujeres sentadas en la tierra frente al río, comiendo. De un lado Segunda, su hija y su nieta, del otro Miguelina y Paola, la calidez de sentirnos juntas. Ya lxs caravanerxs nos íbamos hermanando de a poco en el transcurrir de los momentos compartidos. No conocíamos a nadie antes de llegar y, sin esfuerzo, empezaban a armarse algunos lazos, las miradas eran más cercanas, de repente nos sonreíamos sin razón, iba aflojando una cierta desconfianza. Nos uníamos en el compartir lo cotidiano.
A la tarde, nos bañamos en el río, necesaria limpieza del cuerpo y el espíritu, el agua refrescó la piel caliente, nos sumergimos en las aguas del ser con quien habíamos conversado en la mañana, necesario intercambio vital.
A las tres de la tarde partimos en caravana, a la que se sumó el lonko de la Lof Nahuelpan, hacia Costa del Chubut. Esta vez, además de Lautaro se sumó Macha, un ser mágico, a la Caracola Colorada, que iba abriendo su espacio al mismo tiempo que nuestros corazones, a la experiencia de conocer y compartir.
NOTAS
(1) Para una explicación detallada sobre el rewe
(2) ONU, Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos https://www.ohchr.org/es/special-procedures/sr-palestine
Costa del Chubut - 6 de febrero
En el paraje Costa del Chubut, tomamos un camino que nos llevó a un gran edificio, la escuela pública 137, pasamos por varias casas hechas de adobe, y poco después llegamos al lugar del encuentro, la casa de Susana Martín. Al llegar, un pichikeche barriendo las manzanas caídas de los árboles. Con el río a unos 100 metros, este territorio es pródigo en frutales, ciruelos, manzanos.
Un fogón, dos grandes mesadas de cemento. Esta vez nos esperaban con pan casero, dulces y miel, que produce Susana para autoconsumo y para la venta. En el recorrido, cada comunidad se había preparado para recibirnos de la mejor manera, más tarde diría Mauro, “así somos los mapuche cuando nos visitamos... nos sentimos en familia, aunque no nos conozcamos, es que así fue siempre, así es nuestro pueblo”.
Después de acomodarnos en las carpas y camionetas, cenamos unos riquísimos chorizos con ensalada.
Al día siguiente la ceremonia fue frente al río, un serpenteante curso de agua de unos 20 metros de ancho. Levantaron la ceremonia Susana Martín junto con Eusebio Antiaco, de la Lof Newentuaíñ Inchíñ de Costa de Lepá. Una adolescente y el niño que juntaba las manzanas cuando llegamos, fueron esta vez quienes entregaron el muday a las personas presentes. También aquí, como cada vez, una hilera, de un lado los hombres y del otro las mujeres. Con paciencia y suavidad Eusebio iba guiando a lxs niñxs en los distintos momentos de la ceremonia, transmitiendo su saber.
Al finalizar la ceremonia desayunamos y después comenzó el trawn. Varias comunidades se habían congregado: la comunidad Fentxen Kimün de Gualjaina, la comunidad Fischke Ko de Costa del Lepá y la comunidad Ayllamilla de Cushamen. Se realizaron las presentaciones y se compartieron los mensajes grabados de pu lagmuen.
Después, las comunidades comenzaron a relatar los distintos proyectos extractivistas en sus territorios. Una vez más ratificamos la desinformación como estrategia central de los gobiernos. Muchas comunidades se anotician de los proyectos porque ven marcas o se encuentran con empleados de las empresas en sus campos.
Se habló del Proyecto Ñirihuau de explotación de hidrocarburos que, aparentemente, por estacas encontradas, atravesaría territorio comunitario. En Cañadón Grande hay una empresa de engorde de ganado que desagota sus residuos directamente al río, supuestamente interrumpido por una inhabilitación de la Secretaría de Ambiente. En Costa de Lepá continua vigente un proyecto de represa hidroeléctrica que afectaría el valle del río Lepá y al río Gualjaina, al que se oponen las comunidades mapuche desde su inicio. El argumento del gobierno es llevar electricidad a las comunidades, quienes suponen que en realidad el propósito es generar energía para la minería. La papay María Luisa Winkaleo dijo con determinación “en mi territorio no voy a permitir que avancen con ninguna represa, yo ya he vivido, si me sacan será muerta”. La conversación nos llevó a las vidas, María Luisa relató que la suya fue muy dura, al ser separada de su familia desde niña. Reconocer sus raíces y volver al territorio le hicieron nacer la convicción inquebrantable de defenderlo. A ella la mapu le habla a través del pewma (sueño). Contó que en 2002, cuando la multinacional Meridian Gold pretendía explotar oro y plata a diez kilómetros de Esquel, ella soñó con un bombardeo. La mapu se abría, unas bolas de metal caían en su interior, y después ella se cerraba. María Luisa interpretó el pewma: el mineral quedaría adentro de la tierra, no sería extraído, la minera no podría llevar a cabo sus proyectos.
Eusebio relató que tuvo que irse del campo porque su familia era muy pobre y de mayor volvió para vivir en el territorio y defenderlo. Eran 11 hermanos, “no teníamos para zapatillas pero nunca nos faltó comida, nos alimentábamos de la semilla”. Habló de su salud actual, asombro de médicos, gracias a esa alimentación.
Se conversó sobre el admapu, normas de vida emanadas de la naturaleza, que regulan las relaciones entre las personas y con los otros seres del territorio. Se contaron historias sobre los ngen del agua y del río, la importancia de respetarlos y las consecuencias de no hacerlo. Los relatos fluían, con la alegría de compartir el conocimiento. “Mi abuela me contaba que antiguamente la gente hacía el agua” dijo un lagmuen y explicó cómo era el procedimiento. La confianza ya estaba más instalada y permitía que se abrieran a nosotras las vivencias de pu che.
Una integrante de la caravana, Malávika, nacida en la India, "india verdadera" como le dijeron bromeando, contó que en su país se realiza todos los años un peregrinaje por el río Ganges, considerado sagrado. Desde las nacientes a la desembocadura, subiendo nuevamente a las nacientes. Los pueblos de todas las tierras veneran sus aguas.
El tema de las recuperaciones territoriales, que atravesó todo el trawn itinerante, volvió a ser tratado en Costa del Chubut. “Las recuperaciones ¿para qué y de qué forma?”. La importancia de estar en el territorio para sostener la cosmovisión, la forma de vida mapuche y defender el legado de la naturaleza, lleva a volver a los espacios ancestrales despojados históricamente por distintas vías. Se ratificó la realización del Futa Trawn en la Comunidad Nahuelpan en el mes de marzo, para reforzar las alianzas entre comunidades y organizaciones mapuche-tehuelche.
Se percibía la fortaleza de las personas enraizadas en los territorios, sus cuerpos habitados. Esta fuerza, que deviene de una espiritualidad política, es la que también necesitamos las personas no mapuche para transitar la crisis civilizatoria que atravesamos. Y para saber hacer aquello que nos permita vivir como seres humanos, no sólo como animales humanos en lucha por la supervivencia. Otra percepción es necesaria para abrir el corazón, el imaginario y la acción a posibilidades existentes pero obturadas por las estrechas anteojeras del “realismo capitalista”[3]. Siento que tenemos que saltar a otro juego. Somos todxs seres humanos, ¿qué vamos a hacer? ¿qué vamos a ser?
Y teníamos que volver… regresamos con la Caracola Colorada, esta vez colmada de pu lagmuen (hermanxs), hacia Gualjaina, después a Costa de Lepá, Vuelta del Río, y de allí a Los Coihues.
“Muchas palabras se perdieron, pero volverá a hablar la tierra, a conversar la montaña, los árboles. Los antiguos dijeron que en esos lugares hay conversación, se va a conocer el espíritu, volverá a estar el espíritu y se podrá volver a aprender” (2)
Foto: Paola Lariguet
NOTAS
(1) Término acuñado por Mark Fischer para describir la sensación generalizada de que el capitalismo es el único sistema político y económico viable, y también que ahora es imposible incluso imaginar una alternativa coherente.
(2) Intervención de un anciano mapuche en el taller sobre la Ley Nacional 26.160 de Relevamiento Territorial de Comunidades Indígenas en Río Negro, citado en Ramos, Ana Margarita. (2016). Un mundo en restauración: relaciones entre ontología y política entre los mapuche. Avá,(29),131-154. http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-16942016000200005&lng=es&tlng=es.
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